Guido de Arezzo fue un monje benedictino y una de las figuras centrales de la música en la edad media. Les puso nombre, a las notas musicales, basándose en un poema dedicado a San Juan Bautista titulado “Ut queant laxis”.
Para ello cogió las iniciales de cada verso quedando así:
Ut queant laxis
Re sonare fibris
Mira gestorum
Famuli torum
Solve polluti
Labii reatum
Sancte Iohannes
Re sonare fibris
Mira gestorum
Famuli torum
Solve polluti
Labii reatum
Sancte Iohannes
La primera sílaba pasó a llamarse Do, como actualmente se conoce, con el paso del tiempo excepto en ciertas zonas de Francia, en el idioma alemán y para cantos gregorianos.
Su autor denominó a todo el sistema formado por las notas musicales “solmisación” pero más tarde se renombró como “solfeo”.
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